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lunes, 7 de diciembre de 2020

 

Habito este corazón con todas 

sus culpas y todos sus esqueletos

cautivos a ras de tierra.


Vuelve a mí el gesto errante 

y el lenguaje agreste 

a través de la noche húmeda.


Pendiente queda mi esperanza

como el último símbolo sagrado

sobre el aire desierto.


Poco a poco me convierto 

en martilleo constante, 

como triste música de fondo. 


Sin darme cuenta cuán cerca 

de mí está la muerte.

miércoles, 25 de noviembre de 2020

 

Desataré éste minuto fugaz

bajo el cual se desgaja

la desmemoria. 


Nada de mí quedará

cuando el último galope

de mi tiempo termine. 


¿Quién es el testigo 

implícito en este peregrinar

retardado a media voz? 


Como espiga me iré 

secando tras la cabalgata

circular de mis desvelos.

 

martes, 24 de noviembre de 2020

 

Aquí donde mi luz resuena
y su eco dicta naufragios
propios del ayer.

Pronto aventuro a escudriñar
bajo las marismas
ocultas en mi sombra.

Con ésta cualidad tan peculiar
que tengo para interpretar: pájaros
y extrañas voces.

Como brazos muertos van
cayendo tras la locura
propuesta por mi exilio.

 

jueves, 19 de noviembre de 2020

 

Es mar el grito del ojo,
como velo insomne se reparte
en bosquejos de sombra.

No alcanza la deriva para mirar
muy adentro de mi corazón
y confrontarlo repleto de voces.

Es como el mar, esta noche nueva
cuya piel va salpicada de bruma
y carbones dormidos.

Desdichado es quién vuelve ciego
desde la soledad de islas remotas
sin conservar nada para sí.

Tal como yo he vuelto de mí tras descubrir 

el naufragio de todos mis elementos rotos.

 

viernes, 30 de octubre de 2020

 

Tuvimos una televisión donde mi padre y yo solíamos ver películas de terror todos los viernes durante mi niñez, ese era nuestro ritual secreto. Según mi papá, ese viejo aparato comprado durante un viaje a  Laredo tenía la particularidad de que sólo captaba la señal los viernes a medianoche, nunca supimos por qué. 


Tiempo después crecí y las cosas cambiaron mucho entre nosotros. Uno de esos días salió a comprar  pero ya no regresó, lo buscamos por todas partes, después de eso, no volvimos a saber más de él. 


Años más tarde, mamá adquirió una rara enfermedad por culpa de una tipa que le estornudó en plena cara. Yo me dediqué a cuidarla pero su cuerpo no resistió y a los pocos meses también se fue, y con ella mis deseos de seguir aquí, ella era lo único que me mantenía en esta casa. 


Pasaron semanas hasta que decidí empacar y vender la propiedad, una noche mientras revisaba el cobertizo encontré el viejo televisor, sepultado entre torres vencidas de periódicos y revistas de manualidades. Era tal como lo recordaba: un cubo color negro mate con un par de largas antenas plateadas, esperé hasta la hora indicada y lo encendí, pero este ya no proyectaba ninguna película sino el rostro encapsulado y suplicante de mi padre. 

viernes, 23 de octubre de 2020

 

Agotado.

cual sol de piedra

voy herido en el ocaso. 


Adentro el puño zurcido

tiñe cien mil palabras

de lumbre.


Caen las noches

oscuras sobre 

el vientre plegado. 


Y mi cuerpo inventado cruje 

para ya no levantarse. 

martes, 13 de octubre de 2020

Sudor y grasa

 

El último autobús del día no ha llegado y la parada hace media hora que se quedó vacía. Traté de llamar a la casa pero en todos los intentos la línea sonaba ocupada, no me gustaba este rumbo porque siempre sucedían cosas terribles la mayor parte del tiempo, apenas habían asesinado a un hombre que vendía tamales dos calles adelante, tenía la cabeza rapada y medía un metro con sesenta y cinco, le habían desfigurado el rostro a golpes como producto de una venganza, dicen que la policía lo encontró apretujado dentro de su propia olla. 

Otra persona corrió una suerte similar, aquí mismo donde estoy parado. Era una mujer de setenta años, vestía un chal sucio con  grandes manchas de aceite y comida picante, no tenía hijos ni familiares cercanos, al menos eso decía la nota. 

A decir verdad, era difícil saber cómo habían sucedido las cosas porque los periodistas y las personas en general tan sólo son capaces de interpretar una parte de la realidad, cada quien aportó su propio grano de arena para construir toda una trama en torno a los hechos y, creo que los nervios me hacían pensar demasiado. Decidí que era mejor caminar que esperar aquí, donde aún apestaba a sudor y manteca. 

La calle se alargó como una serpiente negra tapizada de motas fosforescentes de la cual no alcanzaba a ver la cabeza, alguien pitó varias veces pero no tuve deseos de voltear. La luz de unos faros se desparramó sobre el asfalto caliente y un vehículo de la línea urbana se detuvo a mi lado, su sombra cubrió el parpadeo de las lámparas sobre mi cabeza. Era larga y rectangular, más parecía la silueta de un féretro que de un camión, la puerta se abrió como la mandíbula de un gigante y una voz amable me invitó a subir. 

— Ya es tarde joven, súbase, no le vaya a pasar algo malo allá afuera.

Aquello no me generaba confianza pero ya pasaban de las diez y no tenía otra opción— ¿pasa por Constituyentes?— ya era ganancia que al menos me dejara cerca.

— La verdad no pero lo puedo llevar, no hay pedo conmigo, no se preocupe yo ya voy a entregar el camión. 

El conductor era un hombre de mediana edad, vestía camisa blanca, su barba era muy abundante como si no se hubiese afeitado en meses. No sé si fue efecto de mi propia ansiedad porque a la luz de los tubos neón creí haber visto regordetes gusanillos color crema juguetear entre la nuca y el cuello de su camisa. Preferí no pensar más en ello y por seguridad me fui hasta el último asiento de la fila contraria, intenté llamar de nuevo a mi casa pero esta vez no hubo señal, el trayecto me parecía largo pero traté de no sugestionarme porque de lo contrario la situación se pondría peor pues aquí arriba, como en la parada, también apestaba a sudor y grasa. 

El vehículo se detuvo y una pequeña figura bajó primero, después recordé que no había más tripulantes salvo el conductor y yo. La puerta se abrió otra vez y de nuevo escuché ese tono tan afable y servicial. 

— Servido joven, vaya con cuidado y fíjese donde pisa porque aquí es donde se bajan todos los muertos.

 

Si deseas llevarte algo

llévate algo más que mi nombre,

llévate muy lejos de mí lo blanco del ladrido

aleja la embestida que aún persiste bajo mi lengua

llévate de mí el tránsito del agua,

dispara el revoloteo convertido en viejas golondrinas

llévate de mí el grito,

el gatillo,

raíz del nervio germinado en la hondura

luz devuelta a la entraña del polvo,

porque cada cosa no resuelta entre nosotros será eso;

como un golpe para mí,

como otro grito,

como una telaraña provocada por estas gotas de piedra.

lunes, 12 de octubre de 2020

 Esta casa vacía es el cuerpo
de un hombre ahorcado
a la medianoche.

Toros café superior nutren
vivamente su placenta
de Ser escondido.

Mastican palabras de otros pues
sabe que eso significa
destruir todo.

Dormitan en bolsas rellenas
de glaucoma recién
dispuesto.

Y ya descompuesto,
el hallazgo fue reportado
dentro del cuerpo de otro hombre.

sábado, 10 de octubre de 2020

 

El tercer golpe crujió en la superficie empañada y Rodolfo resolvió hacerse un ovillo sobre el cálido regazo de su madre. 


—No tengas miedo, es tu abuelita, vino a saludarnos.

—Mamá pero...

—Shh, no hables y vamos a rezar, además tú la querías mucho ¿no es así?


Recitaron los primeros versos mientras el cuarto se llenaba de un empalagoso aroma a perfume de Lavanda, y una tercera voz, se unía a ellos en oración desde el otro lado de la ventana. 

viernes, 9 de octubre de 2020

 

Quiero amar y amarte.

Amar hasta

olvidarme. 

De todo cuanto poseo. 

Quiero morar en tu Ciudad.

Ser candil, 

atento obrero, 

y habitante. 

No se recorte más como

golondrina al vuelo

mi dulce propósito. 

Hoy quiero amar, 

ésta verdad, 

tanto como a ti. 

 

Amén.  

 

sábado, 19 de septiembre de 2020

Una parte de su reino

 


Ya no estaba en su departamento sino en una vieja sala de proyecciones cuyas paredes estaban forradas de fieltro gris, no había espectadores ni película en pantalla. Le bastó cabecear tan sólo una vez para soñar de inmediato, pronto perdió el tacto de cada prenda que llevaba encima más no la intensa sensación de frío actuando sobre su carne trémula. Trató de calmarse y hacer contacto con su cuerpo pero las técnicas de grounding sirvieron de poco pues no existía una estrategia de distracción válida para la mente durante el periodo en el Entresueño.

Por la sencilla razón de que no se sabe a dónde va la misma cuando sueña ni cual es el lugar donde queda el cuerpo, peor aún; el alma. Aún así creyó que no perdería gran cosa con intentarlo, porque la mayoría de las veces se ignora el amplio abanico de posibilidades ocultas en uno mismo en momentos de intensa presión.

Casi todas las personas ignoran que al soñar emprenden un viaje solitario hacia las tripas de la oscuridad, su propia oscuridad, y lo que ahí encuentren podría salvarlos o destruirlos, al menos por un tiempo. Poco después, macilentas espirales rosadas fluyeron desde el espacio bajo los asientos hasta abarcar la totalidad del claroscuro sobre su cabeza.

Aquello palpitó vigorosamente, tal como el desmesurado corazón de un gigante.

—Tssk, ¿qué estás mirando?— dijo con voz aguda. Carecía de ojos pero daba la impresión de tener toda su atención puesta en él.

El soñante trató de evitar conjeturas sobre este hecho pero fue imposible evitarlo pese a ser un habitual de esta clase de sueños, buena parte de ellos derivados de sus roces con lo oculto.

Al principio resultaba divertido manifestar cosas como dinero, citas, predicciones sobre hechos en concreto. Luego de un tiempo llega el día en el que la pasión es tal que resulta difícil aterrizar y detenerse, justo en ese punto es cuando se comienza a buscar otros medios, en busca de un conocimiento superior con el fin de elaborar una cartografía del universo personal, pero se percaté un poco tarde de que en realidad nunca tendría todas las respuestas pues su cabeza, como la de todas las personas, era un laberinto.

Cualquiera podía actuar en forma determinada pero en el interior alguna de sus partes nunca estaría de acuerdo, y en consecuencia, perderían el rumbo para cometer graves equivocaciones, tal como él lo hizo en el pasado.

Pase lo que pase, nunca hay que dar por muerto al Minotauro.

—Recuerda que se te dio el Don, Daniel Ashwood, cuidado con los Señores de la Mente. Ellos te reclaman, por eso estoy aquí.

—Mejor deja de acosarme, la verdad no eres de mi tipo— respondió mostrando con fingida rudeza su dedo medio, mientras trataba de resistirse al terror con todas las tretas posibles. El sentido del humor era una de ellas.

—Ven conmigo, te estamos esperando ya, podemos seguir aquí por siempre pero debo llevarte de vuelta— su tono reflejaba una calma abrumadora.

—No les debo cosa alguna, y en caso de que fuese así, no les voy a pagar porque soy libre, libre con todas sus letras, ya queda más infierno por purgar ¿¡lo comprendes!?— trató de imponerse ante la situación pero fue inútil porque en realidad estaba por cagarse de miedo.

—Cómo gustes...

Aquello eyectó cientos de flagelos musculados mientras descendía desde el techo con absoluta parquedad, ya no era un corazón sino una medusa hambrienta en pleno coto de caza. Por mero reflejo Daniel miró hacía la pantalla rebosante de luz plateada, y echó a correr para arrojarse en su interior.

Cruzó aquel gélido resplandor y el Entresueño quedó ciego y sordo, accionando los engranes de una maquinaria infinita. No supo más de sí ni de su persecutor.

Poco después abrió los ojos en un erial circundado por extrañas construcciones grises sin puertas y con las ventanas tapiadas. Lejos de preguntarse por su propósito, trató de concentrarse para no caer víctima de su propio cerebro, porque aún conservaba la sensación de frío y el mareo propio del onironauta. Esto era muy mala señal. No tardó mucho en darme cuenta de que tampoco estaba solo pues los agentes del caos también se encontraban en este lugar.

Surgieron erguidos sobre sus patas traseras desde el cerco formado por las extrañas edificaciones. El líder parecía medir poco más de tres metros, y portaba una gran porra tachonada de clavos, la creatura olfateó el aire con meticulosidad y después apuntó con su arma hacia su presa, mientras dejaba escapar su terrible aullido de batalla. Los subordinados se golpearon el pecho de manera salvaje con ambos puños para demostrar su disposición y en seguida se lanzaron tras Daniel quien resolvió huir pues no tenía oportunidad ni medios para enfrentarlos cuerpo a cuerpo, tampoco deseaba recurrir a la magia, porque eso significaba arriesgar su cordura en vano.

Dada la situación, no quedó otro remedio más que continuar su alocada carrera, al tiempo que el terror trepaba con garfios de hielo desde lo más profundo de su entrañas.

Pronto la horda furiosa estaría por darle alcance pese a redoblar la continuidad de sus esfuerzos. Si bien el agotamiento físico no representaba un problema en estas regiones, si lo era la rampante ansiedad derivada de su estancia en aquel plano.

Los garras cruzaban volando frente a él con la velocidad de un pensamiento. Uno de los ataques dio de lleno en su espalda y rodó hasta llegar al pie de una gran escalinata de mármol, como pudo trepó peldaño tras peldaño mientras sus enemigos continuaban tras de él, al llegar a la cima, descubrió un estanque en cuyo fondo bullía la imagen de un enigmático laberinto rodeado de montañas.

El lejano silbato de un tren comenzó a sonar y entonces decidió cambiar de escenario para encontrar una salida a este sueño antes de que le dieran alcance, o peor aún, su cerebro recibiera un daño irreparable como consecuencia del tiempo prolongado de estadía en estas regiones.

Sin pensarlo más se zambulló en el abrevadero, por un momento tuvo deseos de rezar pero no estaba seguro de quién escucharía sus oraciones.

jueves, 3 de septiembre de 2020

miércoles, 2 de septiembre de 2020

martes, 1 de septiembre de 2020

Cebollas (2018)

 


 Hitomi era como yo, otra errante de los planos. 

 Nos escurrimos en el tiempo para modificarnos y encontrar aquella personalidad que nos liberara. Hemos coleccionado tantas que ya perdimos la cuenta pero no podemos parar, hasta que llegue el día destinado.

Por eso nuestras caras fueron borradas como signo de nuestra condición pues somos parásitos de la mente cósmica. Las víctimas cambiaron y nosotros junto a ellas, nunca volvimos a ser los mismos. Capa sobre capa, surco que intersecta y bifurca la línea en posibilidades infinitas, así como las cebollas. 

 Por ello nuestras caras fueron borradas, como signo de nuestra condición parasitaria. Nuestras víctimas cambiaron y nosotros junto a ellas, nunca volvimos a ser las mismas. Capa sobre capa, surco intersectando la línea en posibilidades infinitas.

 Viajamos por el Ciclo Interminable para hurgar en cada visión, en cada escondite pero no hayamos nuestro objetivo, esa piel definitiva. Al interior somos cientos a la espera de la llave que nos haga emerger de las profundidades de nuestra conciencia porque estamos atrapadas en nuestro propio universo.

 —Recoge los restos de la torre golpeada por el rayo pues ya no quedan huesos para sostener la carne— dijo, como presagio del futuro conflicto.

Creo que en realidad somos un abismo. 

¿Quién será el que nos salve? 

No soy yo, no será nadie. 





Todos los patios.

Cosas a diario calladas atan 

alambre mis frágiles manos 

como animales muertos. 


Clavo en el ojo 

cruel ejercicio de charcos

puños truenan sobre el tejado.   


Lluvia adormece los brazos

lluvia adormece el silencio

lluvia adormece todos los patios.


Globo es garganta. 

Nadie lo escucha tronar

hacia el fondo. 



 

lunes, 31 de agosto de 2020

Ronda nocturna.



 

Mantuve las cortinas abajo hasta que el espectro anaranjado terminó por apagarse. Había llegado la hora de tomar las armas una vez más y defender mi último remanente de cordura, así que me ceñí el aceitoso traje de caucho sobre mi carne blanca y escurrida para después colocarme el yelmo abollado.


Cada uno de mis movimientos era supervisado en forma minuciosa desde el exterior por ellos, no estoy seguro si también cada pensamiento pero no me extrañaría que fuese así, por eso siempre resultaba imperativo reducir al máximo toda señal de vida al interior de mi improvisada trinchera. Si bien esta campaña se tornó imposible de sostener por más tiempo y a causa de ella perdí lo poco que consideraba de valor en esta vida, mi empleo, los pocos amigos cosechados a través de mi fugaz carrera como escritor.

También me dotó de un propósito irresoluble: el llevar a la tumba la mayor cantidad posible de esas bestias cuya existencia era probable que se debiera a uno de tantos y garrafales errores cometidos por la Naturaleza..


La noche anterior logré abatir a uno luego de una escaramuza interminable que casi me cuesta la vida. Unos centímetros más y aquella violenta brazada me habría arrancado la testa. Al principio los maullidos de los gatos me alertaban de su presencia pero al cabo de un tiempo acabaron con todos, era una verdadera lástima que animales poseedores de una dignidad, casi monárquica, encontraran la muerte a manos de esos seres repugnantes cuya presencia oscura y grasienta me revolvía el estómago. Dada su esencia mezquina y primitiva, como la de los más degradados ejemplares entre los grandes primates e incluso de las primeras muestras del género humano, era del todo posible que hoy al oscurecer trataran de cobrar venganza.


Cargué los últimos cartuchos de la Winchester de mi difunto abuelo Whipple y dejé la puerta entreabierta, de manera que al girar el pomo se lleven una grata sorpresa pues yo estaría aguardando a mitad del pasillo con el arma a punto. No hay en mí vergüenza alguna pues no merma el orgullo de un caballero a la vieja usanza valerse de algunas artimañas para salvar el pellejo, más si se trata de erradicar a tan detestable compañía.


No hubo tiempo para afinar los últimos detalles y en un pestañeo irrumpieron como el infierno con su tropa de ángeles vendidos a las profundidades. Por mero reflejo disparé a todo cuanto se moviera y alcancé a cobrar un objetivo cuya figura quedó incrustada en el muro pelado.


Uno de me tomó por el torso y me lanzó por los aires, mi cabeza rebotó con violencia dentro del yelmo y el dolor casi me hace perder el conocimiento.


Estaba lejos de recuperar la compostura cuando el vestíbulo se llenó de pasos viscosos, sentí la agitada respiración de uno de ellos recorriendo mi pecho como si tratara de reconocerme a la manera de los cánidos.


De igual modo pude percibir su aborrecible hedor a brea, una de sus hembras chillaba y otras dos debatían en acalorada discusión mientras tiraban de sus propios cabellos, al parecer era uno de sus vástagos a quien yo reventé con tan acertado disparo.


Me extrajeron el casco y fui forzado a confrontar a la madre, por un momento creí haberlos juzgado de manera equivocada al atestiguar el vivo dolor generado por la pérdida fortuita.


Eran tan humanos como yo y al mirar sus ojos inyectados de furia y sus torvas caras gruñendo con todos los dientes de la oscuridad, entonces comprendí que si bien eran capaces sentir algo tan elevado como la empatía también podía esperar que manifestaran lo peor de nuestra propia condición.



domingo, 30 de agosto de 2020

sábado, 29 de agosto de 2020

Haiku #6

Soy lengua.

Engranes sueltos

bajo la máquina.

Sin título.

Los grandes reptiles barbados se alistaron para contemplar el océano, acompañados de sus oscuras nodrizas. Sus poderosos cuellos se abrieron a máxima amplitud para emitir una sílaba poderosa y terrible, cuya vibración derretía en grecas espesas el amanecer oriental. Luego de unos minutos, una partida de seres monstruosos acudió al llamado y se agrupó junto a los primeros, para celebrar la llegada de un tenebroso gigante de piel tan negra como el aceite mientras éste surgía de la tenebrosa violencia de las aguas. 

El recién llegado, elevó sus potentes brazos como si hubiese deseado comprobar el peso del cielo para después estallar en frenética danza al parejo de la singular comitiva. La imperiosa necesidad de unirme con aquellos seres portentosos me hizo abandonar mi precario escondite sin reparo alguno, y me lancé hacía el grupo contagiado de su júbilo salvaje. Los ojos de aquella figura descomunal eran dos rubíes inflamados de sangre y su boca estaba curvada, tal como una cimitarra repleta de terribles colmillos. Todas las creaturas dispusieron formar un círculo en torno a él, para debatirse poseídas por el hipnótico redoble de tambores invisibles. 

Mi cuerpo era apenas un grano de arena, en comparación con aquellas titánicas entidades, no obstante, por alguna extraña razón, me sentí como no lo había hecho desde hace mucho tiempo; arropado entre la cálida compañía de viejos amigos. 

Al despertar, me sentí inflamado por la nostalgia de aquel paraje marino y su desmesurado rey danzante, a tal punto, que decidí embarcarme hacia el extremo Sur o a cualquier lugar donde permaneciera fuerte el recuerdo del agua. 

M

jueves, 27 de agosto de 2020

miércoles, 26 de agosto de 2020

Mención en la página Vitrali Ediciones.

El mes pasado dos textos de mi autoria fueron publicados en la página de Vitrali Ediciones, dejo el enlace para que los disfruten, y de favor dejen su comentario al final, gracias 

https://www.vitraliediciones.com/dos-cuentos-de-rafael-angel-aguirre/

Gaius.

En el quinto día del año 600 del Nuevo , Gaius Tertius aprendió a leer en cuestión de horas gracias a la extraña máquina insectoide empotrada al final del área de pruebas, un pinchazo sobre la base de la nuca y su inteligencia iba en aumento a la par de que experimentaba terribles lapsos donde se veía devorado por una aterradora versión de sí mismo. 


Poco después el gran primate blanco era ya capaz de expresarse en un nivel comparable al de un niño de diez años, al cabo de una semana llegaría a poseer la inteligencia de un egresado del Ludus Retoricae. A pesar de haber logrado grandes avances al acoplarse con éxito al nuevo método de reprogramación, los voraces miembros del Senado no estaban conformes pues ellos habían exigido un peón efectivo y leal a sus fines, no un estudiante esmerado ni un filosófo ávido de conocimiento.Pronto acudirían los autómatas de la cuarta legión para extraerlo y sus capacidades fueran examinadas mediante los sangrientos juegos de la Arena. 


La creatura albina se percató de esto al escuchar las conversaciones de los sabios a cargo y resolvió estudiar en secreto el mecanismo por el cual había adquirido sus nuevas habilidades y utilizarlo para su provecho. Con horror se dio cuenta del verdadero propósito de los experimentos a los que fue sometido y del terrible destino sufrido por sus infortunados predecesores, entre los que se encontraban sus padres y su hermano.  



Al cabo de unos días, el destacamento mecanizado irrumpió en el lugar al no recibir noticias y encontró a la exorbitante sombra blanca danzando entre cadáveres desmembrados, como una furiosa deidad fantasmal luego de rapiñar los restos de una cruel batalla. Tras ser confrontado Gaius ya no opondría resistencia sino que había planeado ser condenado a combatir en el Coliseo, y ahí, consumar su venganza sobre la tribuna del Emperador. 




























Sin título

La legión mecánica fue recibida con fuertes ovaciones mientras conducía con violencia a la descomunal creatura humanoide. Coloridos banderines vibraban a través de la gran avenida y la admiración de la multitud uniformada no se hizo esperar para el singular botín. Iba con el rostro simiesco enterrado en la musculada amplitud de su pecho albino, el andar de sus pies palmeados era muy pesado y en cada avance levantaba nubes de polvo. 


Lo interceptaron mientras merodeaba en los límites de la ciudad fortificada buscando colarse al interior del domo central para rescatar a su amante capturada durante una expedición de reconocimiento en busca de nuevas regiones de explotación. Ofreció heroica resistencia ante sus agresores al triturar cuadrillas enteras de relucientes autómatas con sus propias manos pero un impacto certero a la altura de la cadera lo puso a dormir entre destellos de plata y ceniza. 


Pronto concluyeron que sería la atracción más grande de todas, y como tal, sería exhibida al público en el pabellón imperial junto a su pareja y posibles hijos, no sin antes programarlos para el perverso deleite de sus crueles amos humanos, con algo de suerte, estos serían los últimos supervivientes de su desafortunada especie. 







































Haiku #5

Reflejo es nada.

Miedo del propio ser, 

recuerdo de sí. 

Haiku #4

Entre cejas es

gusano la mancha;

sigo dormido. 

Sammy

 

Sammy me despertó para decirme que un aparecido le dijo durante el sueño que pronto moriríamos. Narró con sumo detalle y sin pausas cada deformidad grabada en aquel rostro, además del río de gusanos desbordando desde la fétida boca.  


—Déjame dormir, esas mamadas no existen, vente ya no llores; te puedes dormir cerca de mis pies— dije, pero la vi muy preocupada, y no tuve más remedio que acurrucarme junto a ella.


Por la mañana nos levantó una explosión tan fuerte que por poco creía que el mundo se iba a terminar, como en las películas que a veces veía con mi papá. Ella rompió a llorar y corrió hacia la puerta clamando por mis padres. Ambas ignorábamos lo que sucedía en la calle en ese momento, entonces, alguien comenzó a golpear la entrada mientras rogaba que les dejásemos entrar.


—!Salma, muévete de ahí¡— grité, al tiempo que un zumbido cruzaba la ventana tan rápido como el relámpago anunciando la primera lluvia, y vaya que llovió con fuerza, pero no fueron gotas de agua. 





 

El receso de los pájaros.

 

El receso de los pájaros

De negro a negro voy
desnudo de carne 
crispo mis alas en puño. 

Rojo cristal estallido, 

rompo el atardecer

que las manos salpican. 


Aquí vine a cocerme y bullir

irremediable morir. 


Ser nubarrón y lengua de fuego, 

niño-pájaro-trueno

transpiro el ladrido de hoja seca. 


Saludo a la barca de Kephra en sus viajes

y al germen del sol

en los tibios colores de mi frente emplumada.

 

martes, 25 de agosto de 2020

Haiku #3

Es cortina

mi atención difusa;

canto cerrado.

Aquella tumba (2015)

 

Palpitante hielo son los brazos que rodean

los húmedos flancos.

Tímido sol de pétalos blancos

desganado confortas

el polvoriento contenido de los sepulcros.


Eres aquella tumba, profano altar.

Eres herida profunda,

negro relámpago atado a mi carne.


Mientras tus labios carcomidos 

reptan sobre mi frente

guardo en ti mi cuerpo

como el mejor de los recuerdos. 

 

Poema publicado en la revista Nudo Gordiano de febrero 2019.

Haiku #2

 

Sobre la cama 

juega el can ambarino

¿estoy soñando?

Haiku #1

 

No están ya las

arañas; tampoco el

pensamiento.