Sunday Spleen.
Blog dedicado a la ficción y la poesía.
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domingo, 6 de junio de 2021
lunes, 7 de diciembre de 2020
Habito este corazón con todas
sus culpas y todos sus esqueletos
cautivos a ras de tierra.
Vuelve a mí el gesto errante
y el lenguaje agreste
a través de la noche húmeda.
Pendiente queda mi esperanza
como el último símbolo sagrado
sobre el aire desierto.
Poco a poco me convierto
en martilleo constante,
como triste música de fondo.
Sin darme cuenta cuán cerca
de mí está la muerte.
miércoles, 25 de noviembre de 2020
Desataré éste minuto fugaz
bajo el cual se desgaja
la desmemoria.
Nada de mí quedará
cuando el último galope
de mi tiempo termine.
¿Quién es el testigo
implícito en este peregrinar
retardado a media voz?
Como espiga me iré
secando tras la cabalgata
circular de mis desvelos.
martes, 24 de noviembre de 2020
Aquí donde mi luz resuena
y su eco dicta naufragios
propios del ayer.
Pronto aventuro a escudriñar
bajo las marismas
ocultas en mi sombra.
Con ésta cualidad tan peculiar
que tengo para interpretar: pájaros
y extrañas voces.
Como brazos muertos van
cayendo tras la locura
propuesta por mi exilio.
jueves, 19 de noviembre de 2020
Es mar el grito del ojo,
como velo insomne se reparte
en bosquejos de sombra.
No alcanza la deriva para mirar
muy adentro de mi corazón
y confrontarlo repleto de voces.
Es como el mar, esta noche nueva
cuya piel va salpicada de bruma
y carbones dormidos.
Desdichado es quién vuelve ciego
desde la soledad de islas remotas
sin conservar nada para sí.
Tal como yo he vuelto de mí tras descubrir
el naufragio de todos mis elementos rotos.
viernes, 30 de octubre de 2020
Tuvimos una televisión donde mi padre y yo solíamos ver películas de terror todos los viernes durante mi niñez, ese era nuestro ritual secreto. Según mi papá, ese viejo aparato comprado durante un viaje a Laredo tenía la particularidad de que sólo captaba la señal los viernes a medianoche, nunca supimos por qué.
Tiempo después crecí y las cosas cambiaron mucho entre nosotros. Uno de esos días salió a comprar pero ya no regresó, lo buscamos por todas partes, después de eso, no volvimos a saber más de él.
Años más tarde, mamá adquirió una rara enfermedad por culpa de una tipa que le estornudó en plena cara. Yo me dediqué a cuidarla pero su cuerpo no resistió y a los pocos meses también se fue, y con ella mis deseos de seguir aquí, ella era lo único que me mantenía en esta casa.
Pasaron semanas hasta que decidí empacar y vender la propiedad, una noche mientras revisaba el cobertizo encontré el viejo televisor, sepultado entre torres vencidas de periódicos y revistas de manualidades. Era tal como lo recordaba: un cubo color negro mate con un par de largas antenas plateadas, esperé hasta la hora indicada y lo encendí, pero este ya no proyectaba ninguna película sino el rostro encapsulado y suplicante de mi padre.
viernes, 23 de octubre de 2020
Agotado.
cual sol de piedra
voy herido en el ocaso.
Adentro el puño zurcido
tiñe cien mil palabras
de lumbre.
Caen las noches
oscuras sobre
el vientre plegado.
Y mi cuerpo inventado cruje
para ya no levantarse.